#54 La droga más querida: el poder
No hace falta ser emperador romano para sentir el vértigo del poder.
No hace falta ser emperador romano para sentir el vértigo del poder. Incluso cuando aquellos entraban en Roma celebrando algún desfile triunfal de turno, tenían una persona al lado que les recordaba a su oído: memento mori.
Basta ser el padre que impone castigos sin escuchar, el jefe que decide sin preguntar, el político que firma decretos sin mirar a los ojos de quienes afectan porque el poder es esa droga silenciosa y omnipresente que aparece en cuanto alguien te da la capacidad de influir sobre otros y como toda droga, bien dosificada puede ser útil, pero mal gestionada destruye al que lo tiene y al que lo sufre.
Hay una forma de poder que es especialmente peligrosa: el poder que te otorgan las estructuras, no las personas. No es lo mismo liderar porque la gente te sigue —eso es autoridad— que mandar porque tu tarjeta lo dice.
La empresa te nombra jefe y de repente puedes cambiar horarios, decidir despidos, aprobar o vetar ideas. Ese poder es frágil y muchas veces despierta lo peor de nosotros: la tiranía del ego, del capricho, del “yo lo digo porque puedo”.
El abusón del colegio con poder es ese jefe despótico que se le ve a la legua, el que te perdona la vida, el que te hace un favor si habla contigo, el que quiere que le rindas pleitesía porque “no te despido porque no quiero”, el que le gusta que le repitas la misma idea porque no te escucha ya que como eres “inferior” y “yo te pago” la idea que me vas a proporcionar no es válida ya que el bueno es el jefe de verdad.
También son los responsables de RRHH que deciden procesos desde un despacho sin escuchar al equipo o que dicen que les escuchan pero porque les responden lo que quieren escuchar. Esa forma de poder solo sirve para crear obediencia vacía, miedo, sumisión, pero jamás hará que las personas crezcan.
La clave está en entender que el verdadero poder no es el que te permite aplastar, sino el que te permite multiplicar. Liderar para que los demás mejoren, para que las personas a tu lado aprendan y se atrevan a aportar.
Si el poder que tienes lo usas para hacer sentir pequeños a los demás, eres un estúpido más, pero la buena noticia para la verdad y la mala para ti es que, cada vez más las personas se rebelan y apuntan al malo porque lo pueden denunciar.
Nadie dice que no hay presión y que se tiene que trabajar fuerte para hacer crecer la empresa, lo que se denuncia son esas técnicas abusivas pretéritas que ya no son bienvenidas.
Si usas el poder para hacer mejorar y crecer a tu equipo entonces sí: ahí estás liderando de verdad. Ahí el poder se convierte en algo digno, no en una droga, sino en un motor.