#50 El ready made de la motivación y el liderazgo a 9,99
¿No os suena todo el rato la misma historia?
En las últimas semanas, meses y últimos años vuelvo a escuchar, una y otra vez, las mismas frases sobre liderazgo y motivación. Las mismas. Las de siempre: “Lidera con el ejemplo”, “inspira con tu visión”, “sé empático con tu equipo” “poner en valor”.
No hay nada malo en ellas, el problema es que ya no nos dicen nada nuevo. No generan cambio. Son como esas canciones que suenan de fondo en una tienda o esperando el dentista: familiares, agradables… pero invisibles.
Lo curioso es que ahora muchas empresas ni siquiera se molestan en rediseñar el mensaje; simplemente lo descargan con diseños ready made para Canva por 9,99 euros y lo proyectan en una pantalla como si eso fuera suficiente. Como si una frase motivacional fuera una experiencia. Como si repetir una idea fuera lo mismo que encarnarla.
Y lo entiendo. Estamos en la era del contenido fácil, del “copy-paste emocional”, de la inspiración rápida. Pero cuanto más repetimos las mismas ideas, menos impacto tienen. Y lo peor: acabamos anestesiados.
Decimos que queremos líderes que escuchen, pero seguimos promoviendo estructuras donde las decisiones ya vienen tomadas. Hablamos de “poner a las personas en el centro”, pero seguimos midiendo todo en PowerPoints que no incluyen ni una historia real. El problema no es repetir ideas, sino que esas ideas no tienen cuerpo, no tienen carne, no tienen rastro. Son abstractas. Son cómodas.
Lo que hace falta no es cambiar el discurso, sino cambiar el modo de entregarlo. No hace falta buscar la frase más original; hace falta tener el valor de hacer algo diferente con lo que ya todos decimos. Por ejemplo: en lugar de hablar una hora sobre la confianza, ¿por qué no dejar que un equipo decida algo importante sin intervención del jefe? ¿Por qué no organizar un “error show” donde cada líder comparta su mayor metida de pata del trimestre? Cuando las personas viven lo que antes solo escuchaban, ocurre algo: se rompe la barrera del PowerPoint. Se instala la verdad. El aprendizaje ya no se recuerda, se recuerda lo vivido.
Porque al final, lo que diferencia a una empresa de otra no son las frases que proyectan en sus formaciones, sino los gestos que ocurren cuando nadie mira. Y ahí es donde está el punto: no en lo que decimos, sino en cómo hacemos que ese decir se convierta en una experiencia.
Muchas veces me han preguntado cómo se puede ser diferente en cultura si “ya está todo dicho”. La respuesta es simple: no todo está hecho. Y en ese hacer está la verdadera revolución.
Así que la próxima vez que alguien te diga que “la clave es liderar con autenticidad”, no le respondas con otra frase bonita. Pregúntale: ¿cuándo fue la última vez que fuiste valiente en una reunión? ¿Cuándo pediste perdón en público? ¿Cuándo hiciste algo que no estaba en la plantilla? Porque ahí, en ese temblor, empieza el liderazgo. Y en ese temblor, también, empieza la diferencia.
Rompe el paradigma como hacemos en awardsofhappiness.com preguntando solo a los empleados si son felices o no.
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