#34 Los suecos rechazan la verdad por los goles
Nos han quitado la ilusión de gritar un gol por el temor de que no sea cierto. Nos han robado una de las cosas más bonitas del mundo para aquellos que amamos el futbol: el gol.
Siempre pensé que los que queremos este deporte lo hacíamos por diversas razones, una era porque ver jugar a los Iniestas, Messis, Xavis, Zidanes, Baggios, Van Bastens y tantos otros, nos teletransportaba a esos metaversos de la alegría desenfadad y de una estética deportiva sin igual.
Sin embargo, también estaba convencido de que la razón fundamental por la que no podemos vivir sin futbol es por su injusticia. ¡Qué gran paradoja! La injusticia es la que nos mantiene alerta y vivos ya que si la vida fuera justa, ¿qué sentido tendría vivirla?
Luchamos y buscamos la verdad para ser más felices, pero cuando la conseguimos nos quejamos porque nos han quitado la confortabilidad de ser engañados. Cierto es que parece ser que si permitimos que nos engañen, como que no nos molesta tanto.
Nos han extraído como un tumor al que adorábamos, la manera injusta por la que celebrábamos y nos enfadábamos, llorábamos y nos alegrábamos de un gol injusto. Imagino porque no tan en el fondo, somos así: amamos lo que no es cierto. Como comprarnos un bolso de miles de dólares o euros aún sabiendo que el 90% de ese dinero se va al manipulador que vive en los Alpes riéndose de los que pagamos su último Ferrari.
El gol de Maradona con la mano es de las imágenes más tramposas y rastreras que este deporte creó, pero que casi todos amamos, incluso los ingleses. Y como no pudo ser de otra manera, en ese mismo partido y para resarcirse de semejante fraude, el Pibe nos deleitó con el mejor gol de la historia minutos más tarde. ¡Otra paradoja! ¡Otra incongruencia! ¡Otra maravilla!
Desde que llegó el VAR, esa locura intrépida de ver en el fútbol lo que es la vida, nos la han ido quitando porque pensaban que la justicia no haría más felices, sin embargo, ahora cantamos los goles con el miedo de tocar la verdad de la injusticia.
Pero unos humanos, ya que somos así de incongruentes, que viven en la tierra de los vikingos han dicho que no, que no quieren saber la verdad ya que prefieren que la falsedad (o mejor dicho) la no verdad, les cobije mientras puedan seguir gritando los goles de su liga, la sueca.
Imagino que para otro tipo de temas como la medicina o construir edificios, los suecos sean como el resto de los humanos: fieles racionalistas recalcitrantes.
Es para reflexionar la siguiente paradoja: habíamos acordado que la verdad nos haría libres y más felices y sin embargo, algunos quieren seguir dentro de la Caverna Platónica con el afán de que el sueño y la falsedad les parece más satisfactorio ya que, para algunas cosas, entre tener razón o vivir en sueños e historias de hadas, muchos de los humanos seguimos escogiendo lo segundo.